Se volvió a ver a un Oviedo dormido, que ni sentía ni padecía los enésimos y repetidos errores que iba cometiendo según pasaban los minutos y el partido discurría. Hasta que en el 89, y después de haber el banquillo, Miguel Linares anotaba el 1-2 que maquillaba el resultado de un partido en el que dos chispazos fueron los necesarios para que el Córdoba sacase los 3 puntos del Carlos Tartiere.
Segunda derrota seguida de los locales que se descuelgan de la parte alta de la tabla y caen hasta la duodécima posición, permitiendo la aparición de fantasmas pasados y el posicionamiento de la lupa sobre Fernando Hierro, que ayer, como siempre, no supo dar con la tecla para cambiar el partido y reaccionar.
Último partido del 2016 que deja muy malas sensaciones para el parón navideño.